Expresar nuestras emociones puede ser un poderoso motivador, especialmente durante la entrega de un sermón dominical. Como ministros de UCC, sus sermones pueden impulsarnos a perseguir nuestras pasiones, conectarnos profundamente con los demás y motivar nuestra fe hacia hacer el bien común.
Sin embargo, cuando nuestras emociones están a flor de piel en respuesta a las circunstancias de la vida, pueden desencadenar una respuesta que puede afectar nuestra capacidad de pensar racionalmente. El estrés y la ansiedad pueden contribuir a tomar decisiones precipitadas, especialmente cuando se trata de nuestras finanzas.
Considere este escenario: la reverenda Kate está de camino al trabajo y necesita dejar a sus hijos en la escuela. Comienza temprano porque tiene una importante reunión del consejo de la iglesia. Mientras estás en la carretera, sucede lo inesperado. El coche de la reverenda Kate se descompone. ¿Cuáles son las ráfagas de pensamientos que podrían pasar por la mente de la reverenda Kate mientras se apresuraba a trabajar?
1. "No lo puedo creer, hoy de todos los días. ¡Esto es tan frustrante!"
2. "¡No puedo permitirme arreglar este auto de nuevo! Debería haber comenzado mi fondo de emergencia antes".
3. Respira hondo, se calma y espera antes de llamar a su club AAA local, y se dice a sí misma. – La vida pasa, Kate. Todo es para bien. Afortunadamente, tengo opciones".
Las respuestas 1 y 2 son respuestas negativas que resultan en mucho estrés, emociones altas y arrepentimiento. Estos pensamientos y emociones han hecho que la reverenda Kate comience un mal día.
Mientras que la respuesta 3 permite a la Rev. Kate tomarse un momento y respirar. Reconoce que la vida nos pasa a todos, y aunque el momento de la situación no es el ideal, ella no tiene el control. Y ahí radica la raíz de las tensiones y frustraciones de nuestra vida: no tenemos control cuando sucede la vida.
Según un artículo de Psychology Today, "las emociones son un impulsor principal de las decisiones, en el sentido de que tendemos a sentirnos positivos o negativos sobre algo de inmediato, es solo más tarde que tratamos de desarrollar razones o argumentos para respaldar este sentimiento".
Comprender cómo las emociones impactan nuestras decisiones es crucial para tomar mejores decisiones tanto en el contexto personal como en el ministerial. Todos tenemos opciones, aunque en ese momento no parezcan claras.
Lleva cautivos tus pensamientos (2 Corintios 10:5)
Podemos mitigar el impacto de las emociones en la toma de decisiones financieras aprendiendo a regular los pensamientos que desencadenan nuestras reacciones emocionales. En 2 Corintios 10:5, Pablo nos exhorta a "destruir los argumentos y toda opinión altiva que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevar cautivo todo pensamiento para obedecer a Cristo". Enfatiza la importancia de controlar los propios pensamientos, lo que requiere disciplina mental. Podemos tomar autoridad sobre nuestra mente, voluntad y emociones, y evitar que esos molestos pensamientos negativos continúen dictando nuestros sentimientos y acciones en respuesta a las circunstancias de la vida.
Tenga en cuenta estos pasos para una vida más saludable:
La vida es un acto de equilibrio y, a menudo, no podemos controlar lo que nos sucede, pero podemos controlar nuestros resultados: emocional, físico, espiritual y financiero. Ser consciente de tus emociones y emplear estrategias prácticas puede ayudarte a regularlas, mejorando tus procesos de toma de decisiones y ayudándote a lograr mejores resultados en todas las áreas de tu vida.